
La juventud obrera andaluza sobrevive en condiciones de altísima precariedad, atrapada entre contratos basura, precios insostenibles y una vivienda inaccesible. Un Gobierno estatal, “el más progresista de la Historia”, incompetente para afrontar los desafíos de la juventud obrera y un gobierno andaluz radicalmente neoliberal que únicamente vende los recursos de nuestra tierra a precio de saldo, son completamente incompatibles con un futuro digno para la juventud obrera y popular andaluza.
La tasa de paro en menores de 25 años durante el segundo trimestre de 2025, según el INE, fue de 34,28%, frente a una tasa de paro general del 14,85%, la cual se encuentra 4 puntos por encima de la media nacional (10,29%). Este es el resultado de un modelo económico que nos condena a ser esclavos del turismo, mientras el tejido industrial continúa deshaciéndose. Además, de todos los contratos formalizados en el mes de julio de 2025, el 66.92% fueron temporales y en sectores de gran precariedad como son la hostelería, el reparto de comida a domicilio o los contact centers.
En estos sectores la demanda de empleo aumenta en verano por parte de la juventud, pero todos tienen en común contratos basuras con convenios que en muchos casos ni si quiera se cumplen, jornadas laborales extenuantes sin pago de las horas extras o pagándose en negro o con contratos fraudulentos realizados a través de ETTs y salarios míseros que no garantizan ni la subsistencia.
Esta precariedad es el resultado de la firma de convenios nefastos para la clase obrera, siempre bajo el beneplácito de los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, siempre dispuestas a firmar lo que la patronal ordena. En el caso de los repartidores de comida a domicilio, firmaron un convenio separado de la hostelería con características aún más paupérrimas. Convenio que aún así no se cumple en muchos casos, generando condiciones de explotación completamente insostenibles para cualquier trabajador/a: impago de horas extras, material que no cumple la prevención de riesgos laborales, impago de los pluses de nocturnidad, incumplimientos de horarios de trabajo, exigencias ilegales y amenazas constantes de despidos… Condiciones compartidas con el sector de la hostelería. En ambos casos, cuando las horas extras se pagan suele realizarse en negro, lo que aumenta el margen de beneficio del empresario al poder atender a más gente y ahorrarse las cotizaciones a la Seguridad Social, robándonos, aún más si cabe, nuestro futuro.
La situación se agrava todavía más gracias al contrato fraudulento por obra o servicio mediante el empleo de las ETTs (Empresas de Trabajo Temporal). Estas permiten el despido del trabajador/a en cualquier momento, de forma gratuita y por cualquier tipo de motivo. Estas condiciones tan sumamente precarias dificultan cualquier clase de respuesta organizada y combativa frente a la miseria a la que nos arrastran, imposibilitándonos un derecho tan básico como decir no, decir basta. Estas ETTs son utilizadas en todos los sectores que aquí mencionamos, pero también en otros como la logística y transporte, la industria manufacturera, el comercio, el sector agroalimentario y de limpieza y en las actividades administrativas, convirtiéndose en el principal método para la explotación de la clase obrera y, especialmente de su juventud (más del 40%), y aumentar así la tasa de ganancia del empresario.
Además, no debemos olvidar los accidentes laborales, estrechamente vinculados a la precariedad y siendo Andalucía la comunidad autónoma que los encabeza. En lo que llevamos de 2025 se han producido 42.992 accidentes de trabajo, siendo 48 de ellos mortales. Los jóvenes menores de 35 años son las principales víctimas de estos accidentes laborales, suponiendo el 28% de los mismos. En este sentido cabe destacar también que unas peores condiciones ambientales resultado del cambio climático también empeoran las condiciones de vida y trabajo de la juventud. Este mismo año moría un joven de 22 años mientras trabajaba en Jaén bajo una alerta de calor.
La precariedad laboral de estos trabajos de verano no sólo impacta en las condiciones materiales de la juventud obrera, sino también su salud mental. Jornadas extenuantes, contratos temporales, presión constante bajo amenaza de despido y vulneración permanente de nuestros derechos sin posibilidad de respuesta como consecuencia del miedo y la coacción directa conllevan frustración, ansiedad, inseguridad y miedo al futuro. Las condiciones se vuelven aún más duras en el caso de las mujeres jóvenes y de la juventud migrante, condenada a condiciones de esclavitud.
Frente a estas condiciones insostenibles, desde la JCPA sabemos que la única posibilidad de futuro para la juventud obrera andaluza es la organización y la unidad de acción en la lucha para defender nuestros derechos frente a la explotación y la miseria a las que nos pretenden condenar para siempre. No podemos continuar siendo la carne de cañón que alimente la avaricia de la patronal y si los sindicatos del pacto social nos dejan solos, nosotros y nosotras sabremos organizarnos, porque es nuestro legado histórico para con el futuro. Somos conscientes de la difícil tarea, pero también somos conscientes de que la dignidad humana no se pacta, se conquista.